La oposición cabildea sin rumbo, envuelta en peleas internas y cada vez más alejada de la sociedad. La intervención del peronismo, impulsada por las “Cristinas” significa otro manoseo a los afiliados y militantes, que ya se habían cansado y se alejaron del sello, recostándose en la renovación, donde encontraron el respeto que sus propias autoridades nunca le dieron.

Esta nueva intervención, con personajes que llegan de afuera a dar órdenes y elegir candidatos, es la estocada final de un partido histórico muy maltratado y venido a menos que hoy está lejos de representar el atractivo que alguna vez tuvo.

El otro espacio sin rumbo es el radicalismo, que se sumerge otra vez, como de costumbre, en un proceso de disputas internas que le encierra hacia adentro y lo aleja cada vez más de la realidad de la gente.

Cada vez menos dirigentes pero cada vez crece la mezquindad. Todos quieren asegurarse el primer lugar de las listas, pero no se observan propuestas para la gente. Las últimas internas terminaron todas judicializadas por maniobras tramposas entre los propios correligionarios.

Igual que el PJ, el radicalismo de Misiones ya no seduce a la gente y es por eso que buscan colgarse de algún sello nacional que les aporte votos y disimule su fracaso de las últimas décadas.

El PRO, por su parte, está totalmente disuelto en Misiones, desaparecido, sin militantes ni dirigentes, salvo los hermanos Schiavoni y el senador Goerling, que han corrido la misma suerte que el partido a nivel nacional, totalmente desmembrado. Quedó demostrado que solamente fue una moda temporal.